Salí más o menos pronto para evitar el calor e, incluso, dejé de ver los viejos olivos que me dijeron que había en el pueblo. Desayuné opíparamente para acumular las suficientes reservas y me puse en marcha arropado por un fresquito mañanero que pronto se convirtió en calorcillo, al ir parando contínuamente y al avance de la mañana.
Tenía ganas de comprobar mi estado, pero ya desde la levantada, sentí que tenía más fuerzas. La ruta, empezó con una cuesta abajo estupenda, con las apasionantes vistas de los mallos y del valle. Parada, tras parada, llegué al pueblo que estaba justo enfrente, pero que por la carretera y debido al rio, había que recorrer un montón de kilómetros. Llegué a Murillo de Gállego, donde hable un rato con Miguel Gancedo, de Verticalia. Los tractores, gigantes, y arrastrando grandes remolques cargados de hierba, pasaban amenazantes y llegué al puerto de Santa Bárbara, un puertecillo amable que, poco a poco, va remontando.
Mis fuerzas realmente, han vuelto, creo, jajaja, y aún con el fuerte calor que al medio día hace, avanzaba razonablemente suelto. Y, graciosamente, cada vez estoy más cerca de Jaca y sus montañas con nieve. Tenía la duda de acercarme a Canfranc para ver la famosa estación, pero he de hacer casi 60 km de ida y otros tantos de vuelta y creo que no lo voy a hacer, que lo dejaré para más adelante.
Tras cincuenta y pico km., empecé a buscar parcela y me dijeron que en Arrés, había un "hospital de peregrinos". La llegada a Arrés es una subida estupenda y, la entrada ya al mismo pueblo, es el remate. Dejándome el bofe por el camino y decidido a superar ese último tramo como fuese, coroné axfisiado la rampa entre aplausos de los congregados en la puerta del albergue, que me llenaron de gozo, jajaja. Lo había conseguido. Pero no podía ni hablar. Cuando lo pude hacer, saludé, entre otros, a María y Angeles, que son las encargadas del hospital y que, hoy, justamente, terminan y son relevadas en sus cometidos. En el albergue, Checos, franceses (en gran número), italianos, peruana, españoles.... así, hasta 21 personas. La cena, comunitaria, resultó divertida, igual que preparar las viandas para tantos comensales. Y, luego, a la noche, ronquidos para despertar a un muerto, jajaja. Casi ná.
|
En el Hospital de los peregrinos |
|
Puerta de la iglesia |
|
Los peregrinos |
|
Peregrinos 2 |
|
La magnífica cena con sus cocineras |
|
Interior de la Iglesia de Arrés |