viernes, 11 de mayo de 2012

Barcelona-Benicassim-Barcelona...

Que en Barcelona me encuentro cómodo, resulta evidente. Llegué con idea de quedarme un par o tres días y, si me descuido, me empadrono en la ciudad en la que desembarcó San Jaime para predicar.
En el 1.300, aprox. y  en el mismo lugar donde se expresó el Santo, se edificó, posteriormente, la Catedral de los pobres y los marineros, Santa María del Mar. Cuenta con dos torres, gracias a la rivalidad con la iglesia "de los ricos", Santa María del Pí, con sólo una, un campanario, con fama de ser el más alto de España.
Santa María del Mar

Pero no ha sido por ella, precisamente, por la que Barcelona me engancha, ni tampoco por la falta de palabra del Ayuntamiento de Barcelona, que habiendo quedado en dar contestación a mi petición de "entrevistar" al Alcalde, han dado la callada por respuesta, lo mismo que hizo Valencia. Se ve que están tan ocupados en sus quehaceres, que no les permite cumplir su compromisos. Así somos.
Ya digo,  no ha sido por ellos, si no por el cariño y el calor que me han dispensado todas las personas con las que he tratado, muy especialmente, pero muy, por Ferrán, mi amigo, gran músico y mejor persona. Desde que llegué, me he sentido como en casa y no me he querido ir, jajaja. E igual de a gusto que he estado en su casa, he disfrutado de la calle, de la música, con dos conciertos, de los paseos, del teatro, gracias, otra vez más, a Ariadna, mi antigua casera de cuando hice un curso de Urusi en Barcelona. De aquella vez, quedó la amistad con ella y con Ferrán, entre otros, que también los hay.
Y... "diose la casualidad" de que, mientras estaba aquí, mi familia se acercó a Benicàssim. Y mi familia tiene imán, también, y su fuerza magnética fue tan poderosa que, sin poder evitarlo, me ví montado en veloz vehículo que me llevó a Castellón, mientras Rocinante, todo lloroso, suplicaba que él también quería. 
Pasé, casi, tres días felices, de paseos y emociones y, salvo que las separaciones duelen y dejan herida, me alegro mucho de haberlo hecho.
En Torre la Sal (Castelló)
Por cierto, hay una bonita historia que cuenta Mercedes en su blog. Si cuando pasamos bajo el Puente del Obispo, miramos la calavera que está en el centro de la base del balcón, adquiriremos mala suerte. Para sacudírnosla, hemos de tocar la tortuga de piedra que está en el buzón de la casa de l’Ardíaca (si os pasáis por Barcelona, mirar su blog, muy interesante). 
Puente del Obispo

Otro por cierto. Cuando estaba viendo al grupo Awake, que tocaba para una empresa, de repente, me giro y zás, casi me choco con Lewis Hamilton. Y nada, nos estuvimos tomando unos refrescos mientras el probaba a Rocinante y yo su bólido. 





Al final, hay que volver a la realidad y el camino me espera, incluso con ansiedad, jajaja. La que tengo por llegar a la casa de Paco y Ana, otros amigos que están a 40 kilómetros, aprox de aquí. 
Mañana, salgo.