sábado, 28 de abril de 2012

Vinaròz- Delta del Ebro. 46 km.




Ayer, llegué a éste pueblo, donde el azar me deparó una entrevista en un canal de televisión local. He dormido junto a unos cortados al mar, en las afueras de la ciudad, con alguna pequeña actividad a mi alrededor, que ya empieza a no preocuparme. Me levanté y me fui a trabajar en las entrevistas. Bufff, al principio tuve muchas negativas, pero también debía ser que mi química no estaba en sintonía. Poco a poco, la cosa mejoró y luego había quedado con el Alcalde, Juan Bautista. Me contó que habían suprimido los teléfonos móviles, por ejemplo, como medida de ahorro en la corporación, además de otras medidas que lo sitúan, según sus palabras, en uno de los municipios más económicos de España, en cuanto a gasto. Tiene, aproximadamente, 29.000 habitantes, hay 23 nacionalidades, con casi un tercio de la población. 
Los Langostinos de Vinaròz, famosos entre los de su especie, con marca y todo, fueron traídos de Africa, en los tiempos en los que los árabes habitaban la zona. Tan bien enraizaron, que su fama traspasó fronteras y, un duque francés de Vendôme, murió de un atracón de ellos en la zona, jajaja. Ya comió.
La localidad, fue fundada por una colonia de leridanos, me han contado, y era colonia de Peñíscola. 
Salí escopetado, después de las 2 de la tarde y, sin contratiempos, excepto un tramo que me hice por la 340, el resto fueron caminos y carreteras locales. Llegué a  Sant Carles de la Rapita y, me adentré en el delta del Ebro. Hablando con la Alcaldesa de Ploblenou del Delta, Encarna, me cuenta sus problemas en conseguir la aportación para las obras necesarias en el municipio, de 168 habitantes. Me cuentan que, cerca del mar y de la laguna, hay un embarcadero en el que puedo instalarme, a sotavento de miradas indiscretas. 
El lugar, al que se llega por una pista de arena de mar, en la que Rocinante se empeña en hundirse, es fantástico para instalarse, salvo que te recibe un cartel que dice claramente: prohibido acampar y el dibujo de una tienda. Veo que hay, más allá de mi parcela, tres supe-furgonetas de variados paises aparcadas, haciendo caso omiso (jejeje, en el cartel, también está dibujada su super-furgo). Decidí, pues, comprar la parcela e instalarme sin que nadie me viera salvo uno que, cual dios, andaba sobre las someras aguas y, viniendo de lejos, llegó hasta mí, para saludarme y añadir ¡buen sítio, si señor! y desaparecer después. (tras la esquina).
Y, todo hecho, a dormir.














1 comentario:

  1. Me gusta mucho tu fotografia, tiene algo de limpio, sencillo y especial.... artista!!!!

    Un fuerte abrazo, me alegra verte bien.

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