viernes, 20 de abril de 2012

Artana-Benicassìm, 51 km.




¡Qué coraje!. He tenido que irme de mi blando acomodo de plumas que me proporcionaba mi familia. Muchísimas gracias. Pero toca pedalear y echarse al camino, aunque tenga trampa, jajaja. Resulta que, en Benicassìm, también tengo familia y, pasando por aquí, no puedo dejar de visitarlos. 
Tuve la fortuna de contar con un guía de primera para la etapa. Conocedor de todos los vericuetos, Eladio, gran deportista, me fue llevando por carriles bici, en su mayoría, desde Artana a Castellón, donde nos separamos. Fue, también, una etapa suave y, tras atravesar Castellón, por la playa, llegué a Benicassìm. Hubo un poco de viento, pero a veces, fue favorable. Y finalicé en el pueblo, lugar del FIB, entre otras cosas. Mi primo, me ha recibido con los brazos abiertos y estaré con él un par de días. Toca, además, ponerse a la faena dela web. El lunes, si nada lo impide, jajaja, destino Tarragona.

Con Eladio, al partir de Artana

Playa de Benicassìm

Carrera en el pueblo


Artana. Castellón de la Plana


Tocaba bicicleta y salir en busca de nuevas atenciones. Mi hermano, vive en un pueblo de Castellón de la Plana. Hice 71 km., para llegar y, exceptuando el tramo de acercamiento al pueblo, creo que 6 km., fue muy suave y fácil. Si venía de Málaga, en cuanto a atenciones, me metí en Malagón. Mi hermano Luis, y su mujer Cristina, han rivalizado con los amigos de Valencia. ¡Así no hay que viva!, jajaja.
He pasado dos días de ensueño y empieza a preocuparme que me acomode. En ellos, he recorrido el pueblo. Es un pueblo singular. Está enclavado entre verdes montañas, lo que le confiere un clima característico. El casco urbano, en general, conserva su fisonomía de antaño y sus gentes, son personas apacibles,  y abiertas. La población, lejos de irse, aumenta paulatinamente, incluyendo a los inmigrantes. Otro dato curioso, en una población de 2.000 habitantes, es el censo de niños de 0 a 12 años: 238, 123 de ellos, varones.








Con mi sobrino, nos hicimos con un manojo de espárragos que supieron a gloria y para postre, mi hermano me ha proporcionado un gps. muy chulo, que me indica los caminos que debo coger y no perderme, com últimamente, me ha ocurrido en más de una ocasión.
Y abusando nuevamente de tanto confort, de hogar y humano, me quedé otro día más de lo previsto, jajaja. Es que se está muy a gustito.

Albalat dels Sorells, Catellón.




Llegué a éste pueblo y me acomodé mucho. Estaba en una casa confortable, de mis amigos, Marisol y Luis Soler, pintores los dos, además de otras cualidades. Aquí me sentí mimado al máximo. Mesa puesta con rica comida de la huerta y buena, muy buena compañía. Abusé de su hospitalidad, quedándome un día más de lo previsto y, en el tiempo que eso duró, acabé con las existencias de cuanto manjar se puso al alcance de mis manos, jajaja. Tengo que agradecerles, con todo mi cariño, sus muchísimas atenciones y cuidados, dejándo que me guíara por mi peculiar manera de ser y apoyándola en todo momento. Gracias y gracias.
Y tuve, además, la fortuna de que mi hermano me visitara. ¡Qué más se puede pedir!


Luis y Marisol, cenando unas riquísimas habas de la huerta

En la tertulia

lunes, 16 de abril de 2012

Albalat dels Sorells

Placido día de descanso con paseo en bicicleta por los alrededores. Hoy no toca trabajar. Todas las fotos, son de Albalat.


A mi me parece la casa de chocolate.



Requena-Albalat del Sorells. 101 km. Asi somos en España en 2012. España en bicicleta.




Lo malo que tiene estar entre tan buena gente, es que te quedas pegado a ellos, jajaja. Hoy, por la mañana, desayuné de nuevo con ellos y nos hicimos la foto de recuerdo y luego, a las 8, llegó el nuevo turno, el relevo. Desde el principio, el trato con los recién llegados, fue una continuación de atenciones de los anteriores. Tenía que trabajar un poco en el ordenador y a la oferta de quedarme a almorzar con ellos, decidí hacerlo y cargar algunas cosas. Entre risas, planificación de la ruta de llegada a Valencia y tal, me dieron las doce de la mañana. Hacía un viento fuerte o muy fuerte pero, otra vez para mi fortuna, o me daba de culo o a tres cuartos. Genial. 

El equipo entrante y alguno del saliente.

Revisando el funcionamiento de los equipos.


Huía como misil de los fríos que llevo pasados y sufridos y deseaba con todas mis fuerzas tocar costa valenciana, para disfrutar de su cálido clima. El camino de Requena a Siete Aguas, Buñol y Valencia y más tarde, a Albalat del Sorells, fue variado y a veces, enigmático. Quería llegar a aquí, Albalat, porque unos amigos, maravillosos, viven en este pueblo. Eso significaba cama caliente, ducha placentera y amistosa compañía. 
Primero, me equivoqué y, sin buscarlo, acojonado, me vi dentro de la A3. Pedalee como un jabato para llegar cuanto antes a la primera salida, que fué la de El Rebollar. Piuffff!!!. No me gustan la autovías y a demás, no puedo ir por ellas. A partir de ahí, una belleza. La vía de servicio, de la que yo me salí, en algún momento, sin darme cuenta, dio paso a una pista, sube y baja, encantadora que me llevó, sin otra opción, a una entrada de la A3, pero en dirección Madrid. 
De repente, me ví en la sombra. Miré al cielo, sobre mi cabeza y allí estaba ella, de nuevo. Por prohibido, a pie, jajaja, escapé hacia una gasolinera cercana. Y rompió a llever fuerte. Cuando la nube, de nuevo, se fue, me integré a la vía de servicio y gozé de un tramo encantador, desde Siete Aguas, hasta Buñol, con vistas del mar y una bajada de vértigo (67 km/h, cosa que no pienso repetir). Paré a comer rápido y al salir, ¡por Tarsio!, la nube de nuevo. Esta vez, no me arredré. Pedí un café (una excepción auténtica) y esperé, paciente, a que se la llevaran los cabestros del cielo. Y al camino. Otra gozada de carretera. Pequeña, con muy poco tráfico, por parajes de huertas, naranjos, olivos, viñas.... Tuve que emplear la intuición muchas veces, pues llegas a cruces donde no hay a quien preguntar.


Cementera abandonada de Buñol

Tengo un tractor amarillo...

Huertos de viñas 

Huertos de cerezos (quizás)

Cómo en el Oeste, estuvimos enfrentados durante un rato, estáticos. Finalmente ganó él y volví grupas.

Cáctus de un chalets


Flor de Azahar

Aeropuerto de Valencia

 Recorrí muchos camís con olor a azahar. Es un olor dulzón, a flores, que invita a emborracharse de su aroma. Y si lo aspiras en cantidad, no se agota, te empapa hasta casi adquirir sabor. Por huertos, me acerqué a Valencia, hasta que una autopista me cortó el paso. Pregunté a unos Policias Municipales, que pasaban por ahí, justo frente al aeropuerto y me indicaron que tenía que meterme en la A3, a su llegada a Valencia. De nuevo, pedaleé con furia. Es demoledor ir rodeado de coches a toda pastilla, desviándose en cuanta salida necesitan. Y tú, las tienes que cruzar. 
Por fín entré, triunfante, en Valencia, contento de haberlo conseguido. Iba regular de hora y con muchos kilómetros en mis piernas. No había hecho ninguna entrevista, pero la provincia es grande y tiempo habrá. Tocaba buscar el sol y calentar mis huesos un poco. Pregunté a un par de ciclistas si existía la posibilidad de viajar en metro con la bici. Tenía intención de hacerlo, pues al pueblo llega este transporte. Pero no fue posible. Los sábados, por la tarde  no está permitido. Al pedal de nuevo, para llegar, una horchata después, al pueblo de mi descanso, con 101 km recorridos y con ganas de caer en la cama y no moverme en dos días, jajajaja. 

Mis amigos Luis y Marisol, recién llegados de la Sierra de Aracena (Huelva)

Castillo de Albalat dels Sorells




Mira-Requena. 57,5 km.


Otra vez al camino. Recuperado de los males que me aquejaban y decidido a abandonar las bondades de mi cobijo, salí de Mira, todo disfrutón, pensando que si estaba a ochocientos y pico metros de altitud y mi ruta va dirección Valencia, nivel del mar, no tenía otra opción que bajar, como así ha sido. La carretera, sin arcén, estaba salpicada de almendrales y viñas y de rociones de aire fresco que te helaba los nudillos. 
Al poco, afortunadamente, me di cuenta que había olvidado la batería de la cámara, con su cargador, en el piso donde había vivido. Desandé el camino para recuperarlo. Parece mentira, pero ese poquito de ida y vuelta y el descanso de subir al piso a por el cargador, me preparó las piernas para, después, ir mucho más ligero. 
Hoy era jornada de avance. Mi meta, Requena. Disfruté de lo lindo bajando poco a poco y con viento casi de espaldas. La carretera, como todos los días, bellísima y no muy dura, con cuestas moderadas en un pequeño puerto al salir de Mira y muchas más bajadas que subidas. El cielo era cuadro cambiante. Así es cada día, con nubes de formaciones diversas, que unas veces corren y otras, vuelan. Pero entre ese mar de algodones diversos, una formación negra, cada vez más grande, atacaba por retaguardia. 


Corral 

Cercanías de Mira

Entré en la Comunidad Valenciana. Ya en ella, Camporrobles. Primer pueblo de la Comunidad. Quiero celebrar este acontecimiento con una parada y conocer a sus gentes. Una de las cosas que me está sorprendiendo, y mucho, es la poca gente que, en general,  y especialmente, durante las mañanas, se ve al llegar a los pueblos. Uno ve las calles y parece que estuviera desierto y tienes que conducir tu rumbo, según el instinto, para llegar a la zona vital de cada pueblo, que existe. La Comunidad Valenciana me recibe con el mismo calor humano que dejé en Castilla-La Mancha. La colaboración, desde Alcalde hasta "Los Kintos del 4" hizo que mi parada se alargara más de la cuenta. Con unas cuantas vivencias más de Camporrobles, 1.450 habitantes y  un yacimiento Ibero en el Molón. El Ayuntamiento tiene una sala de exposiciones con muestras de esta yacimiento muy preciosas. 





Lleva a la burra con el burro, para hacer eso y tener buratos

Camporrobles

Un futuro hombre mayor.

Mi calle.



La nube negra, se quedó esperando en tanto yo convivía con la gente. Y al arrancar de nuevo, camino de Utiel, se unió a mi marcha. Era la hora de comer y el estómago me lo recordó imperiosamente. Pedaleando con ímpetu, con el viento de popa, por una carretera que, al principio, durante un buen tramo, era para mi solo, mantuve un ritmo sorprendente de 30-40 km/h, lo mismo que  la nube, cada vez más gorda. Al llegar a Las Cuevas de Utiel, entré a buscar un bar donde comer algo caliente. En el único bar, el de la Cooperativa, Roberto, una persona majísima, me ayudó a que me fuera con un buen recuerdo del bar. Y lo consiguió. Frente a mí, un grupo de cuatro, jugaba una partida, la partida, mientras, cual coreografía, otros cuatro, en las esquinas, miraban silenciosos la jugada. De cuando, en cuando, una explosión de intereses encontrados, hacía que unos se rieran y otros discutieran, con mucha algarabía. 



Roberto
Sabina, con "nos sobran los motivos" por mi izquierda y un abuelete, comiendo como yo, a mi derecha, haciendo comentarios radiados sobre la partida, completaba mi absorto cuadro. Saludé a la nube al salir para el camino y ésta, me guiñó un ojo. Tan pronto como metí el pie en el estribo, una gota cayó en mi mano. Y dos minutos después, estaba guarecido de un granizo vengador. Quiso la nube mojarme, pero yo ya estaba a salvo y otras la empujaban desde atrás. Me calcé el traje de  buzo, a conciencia, y cuando hube terminado, salí. La nube, al verme, se estiró, como  la cola de una cometa y, con rabia, descargó su ira sobre mí. Agradecí, feliz, el suplemento del guardabarros delantero, de construcción casera. Ahora, el agua, no llega ni a la cadena, ni a mis pies. Un descubrimiento. 



En el camino,me encontre con Antonio, que estaba enlazando los brotes de las viñas a los cables de las espalderas. Me llamó la atención, lo bien cuidado del campo, su aspecto de agricultor moderno, con un quad, y la máquina que llevaba en las manos. Paré a halar con él. Trabaja para una empresa que tiene grandes extensiones de terreno cultivado. Por aquí, casi todo son viñedos. La nube, no ha podido esperar  más y ya no hay peligro de más agua, parece.



Antonio
 Vuelvo a acelerar para llegar a Requena y el viento, me transporta como un cohete. En nada, paso por San Antonio, Utiel








 y, en la carretera, llego a una bodega, Pago de Tarsis. Me llama la atención su aspecto y, a pesar de haberme pasado de largo, decido volver pues algo de ella, me atrae. Franc García, con el que me topo, según llego, me enseña las maravillas del proceso y transición de la uva, a los ricos caldos que ellos producen y que probé. Me gustó aprender que un Pago, es una bodega que tienes sus viñas al rededor de la Bodega. Y como se destila el orujo en esas máquinas de cobre, con una moderna tecnología y preciosos cacharros de cobre. Y la colección de botellas y barriles, en perfecta y ordenada formación. 350.000 botellas rellenan cada año.






Al llegar a Requena, pregunto a la Policia Municipal si existe algún lugar para el pernocte de viajeros. Me dicen que no y voy al Parque de Bomberos, pues predicen una mala noche de viento y lluvia. 
Los bomberos me acogen, una vez más, de maravilla y me ofrecen un habitáculo que me hace sonreir de nuevo por la variedad de sitios en los que se acaba fabricando zetas (durmiendo). Es un "qué se yo" que debe de servir para "vete tú a saber". Pero me encanta. Es infinitamente más grande que la tienda y no corre el aire dentro, pero si ventila. Como no es muy grande y está muy bien aislado, con mi cuerpo, casi lo caliento y se está de maravilla. Ceno y desayuno con ellos, comiéndome buena parte de sus existencias, jajaja. Disfruto de internet, agua caliente y buena compañía. Muchas gracias al responsable, por su generosidad y a todos los compañeros por lo mismo.


Un grupo de magníficas personas. A mi izda., derecha en la foto, el responsable.
La guarida de Rocinante y la mía, al fondo. La chimenea, es ajena.

El dormitorio interestelar.

otra vista