Martes, 3 de julio de 2.012.
Santa Cruz de Bezana-Mogro-Gornazo.
Ya me he marchado de Madrid, tapándome los bolsillos, por si acaso, jajaja. En un super intentaron coger la moneda del carro y la otra noche, se metieron en el coche buscando algo de valor que no encontraron, jajaja. Por fortuna estaba abierto y no rompieron nada. Cosas de la casualidad y de la necesidad, probablemente.
En el bus, he viajado hasta Burgos, donde se subió un cicloturista, Maxi, con su bicicleta, que iba ha hacer el recorrido a Santiago en 7 días, creo recordar. Bufff; va a tener que dar muchos pedales y muy deprisa, creo. Hemos aprovechado para hablar largo y tendido de su proyectado viaje a China, el próximo año. El costo de la bici en el bus, 10 euros. El recorrido, de Burgos a Santander, ha sido una joya. Hemos pasado por el cañón del río Ebro y por el puerto del Escudo. Muy bonito el recorrido para hacerlo en bici, aunque de arcenes nada. Antes, habíamos pasado por Lerma, muy bonito, también.
Una vez en Santander, me he despedido del amigo Rubén, bombero voluntario, que ha cuidado de Rocinante en mi ausencia. Y he perdido la matrícula. Mi carta de presentación se ha ido a recorrer nuevos mundos prescindiendo de Rocinante y de mí. Ella se lo pierde y, espero que su nuevo dueño, la disfrute como se merece, jajaja.
El día estaba soleado, pero sin mucho calor y, como ya me conocía la salida, del otro día, ha sido coser y cantar. Reencontrarme con los campos, con la bici, con los olores a hierba cortada y a higuera, ha sido todo un placer, atenuado por la despedida de mis seres queridos y la morriña que te embarga en las separaciones. Hoy quería separarme de la capital, montar, avanzar y disfrutar del campo y no he realizado ninguna entrevista, e igual mañana, tampoco, pues Cantabria está, de momento, bien servida. En Santa Cruz de Bezana, me he encontrado la parroquia abierta, por fortuna y he podido disfrutar de su interior, caso poco frecuente. Después, camino de Mogro, me he pegado un buen corte en la rodilla izquierda con el pedal, tontamente, como suelen ocurrir estas cosas, jajaja y, más tarde, he cruzado por un puente del ferrocarril, nada recomendable, aunque posible. Me insistieron los lugareños que fuera por ahí. Ahorras kilómetros pero es incómodo el trecho que hay que hacer y razonablemente peligroso. Por fortuna para mi, no me he encontrado con ningún tren.
Y, gran noticia para mi. Ya tengo cámara de fotos (aunque sin zoom) y mis zapatillas "romanas", con las que mantengo una relación sentimental semejante a la de Rocinante, es decir, ninguna, pero con las que me encuentro francamente cómodo y que echaba de menos, jajaja.
En Gornazo, la Parroquia San Nicolás de Bari, me acogerá durante esta noche, en su acogedor y hermoso porche, donde estoy instalado, rodeado de verdes campos, de una vía de tren de cercanías con un paso a nivel que toca una corneta cuando va a pasar un convoy y de los ladridos de los perros, que están charlando entre ellos, amigablemente. Un placer de dioses.
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Lerma desde el bus, camino de Santander |
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Con Maxí, que tenía 7 días para llegar a Santiago. Ya habrá llegado |
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El maxi Land Rover |
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Tejas de protección en las paredes, como en el transformador de abajo |
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Urbanización abandonada |
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El puente del tren sobre el río, a lo lejos. |
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