He pasado unos días resolviendo problemas logísticos y, finalmente, paseando un poco por sus calles. Es una ciudad tranquila, sin pitidos de coches, donde la gente espera, en los pasos de peatones, a que el semáforo se ponga en verde y los ciclistas no son adelantados, si no es con un gran margen.
Es también la ciudad en la que se canta: "Bilbao es tan pequeño, que no se ve en el mapa, pero bebiendo vino, lo conoce hasta el Papa" y en donde, para ser bilbaíno de pro, se han de cumplir las tres religiones: Ser del Atlético. Ser devoto de la Virgen de Begoña (la Amatxu) y el poteo.
Nuevamente, he conocido a gente maravillosa. Ellos, me han arreglado mi teléfono con un software nuevo (gracias Oscar), Rakel, me ha ayudado, y lo sigue haciendo, con mi página web y mis problemas informáticos, Zirko Aurre, y toda su gente, activos artistas , me han permitido conectarme a la web y otras muchas cosas. Y, lo más importante, mi familia (Juanjo y Begoña), la de aquí, y amigos (Luis y Maite), de allí, me han financiado, nuevamente, para poder seguir este proyecto. Roge Blasco, me ha entrevistado en la Radio Euskadi. Buenas conversaciones y recomendaciones de la peluquería, cuya tarjeta he extraviado, pero cuyos nombres son Pipi, Mariam, Nerea y Daniel. A todos, gracias.
Mañana, nuevamente, ya tengo ganas, Rocinante y yo emprendemos el camino, que es lo que tenemos que hacer, y lo que más nos gusta. De nuevo en sintonía y relación con la naturaleza, con el camino, con la vida. De nuevo, a la velocidad de las mariposas, para olfatear mi entorno, alargar el horizonte.
Y una nueva provincia. La de Santander. Cantabria.
A Rocinante, le ha tocado, finalmente, un nuevo relojillo, que funcione como es debido. El más barato y con cable. Nada de frecuencias, que para eso ya están las radios. El antiguo, me estaba volviendo locuelo, con sus constantes averías.
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