jueves, 29 de marzo de 2012

Tielmes-Carabaña (cerca). Asi Somos en España en 2012


Son casi las once de la noche. Excepcionalmente, estoy despierto porque lo que me rodea me tiene como hechizado. Estoy en un extenso campo abandonado con pequeños pinos secos a lo lejos. A media altura, no en lo más alto de lo que me rodea, pero cerca. Es noche cerrada y hace un frio que pela. Pero no dejo de mirar al cielo y de girar sobre mis talones para recrearme, una y otra vez, de lo que me rodea. Tengo, mirando hacia el oeste, dos  lomas enfrentadas que descienden simultáneamente para crear un valle en el medio. Y uniendo ambas lomas, haciendo de fondo al valle, una loma redonda que une a las otras lomas. Exactamente, como lo dibujaría un niño. En el valle, un pueblo, subiendo un poco hacia la loma del fondo. De libro.
Me doy la vuelta 180 º. El terreno sube suavemente, primero en los escasos pinos secos y luego en un campo labrado. Recibe luz de la luna, que está enfrente, haciendo una uña, muy luminosa. El cielo, donde estoy, está limpio, sin contaminación y las estrellas lucen a tope. Luciérnagas de colores, aparecen con frecuencia en ese horizonte, dibujando una estela de luz, en su camino hacia el aeropuerto. Otras luciérnagas, vuelan mucho más alto, en todas direcciones. Es una fiesta de aviones. No me molestan. Un poco a su derecha, cantan ranas, lo que quiere decir que tengo agua cerca. Mañana investigaré. No hay un solo arbol cercano, y diría que lejano. Estoy en un páramo, con la tienda, que también hace paisaje. Y Rocinante tumbado.
Hoy he salido de Tielmes, pueblo premiado por que se le tenía merecido. Desde hace años, muchos años, cada vez que paso por el cruce de la carretera de Tielmes con la A3, por la que transito con frecuencia, he pensado que quería ir a Tielmes. Pero nunca lo hice. Ahora, sin buscarlo, por puro azar kilometrístico, caí en Tielmes y me quede alucinado. Aquí hice mi primera noche al sereno, y la primera del viaje. Y, al día siguiente, había que empezar a trabajar. Me encontré, desde el primer momento, atrapado por el relax y la sonrisa fácil de la gente. Al preguntarles que si son felices, la mayor parte responde que sí con una gran sonrisa de satisfacción. En este momento, el viento, debe ser, en unión con los hierbajos secos que hay en el huerto, está haciendo unos ruidos de lo más sospechoso, jajaja. Así, decía, poco a poco fui absorbido por su facilidad para comunicarse y ofrecerse al proyecto. Después, tenía que subir todo esto a la web y para ello, estaba en la plaza del ayuntamiento, en unos bancos  o sentado en la puerta de una casa, que por estar en una esquina y tener la puerta negra me aislaba del brillo del sol. Mientras esto hacía, la gente que pasaba por la plaza, o se ofrecían o se lo pedía yo, y el 95% de las veces, la respuesta fue positiva. Gracias. Y de uno a otro, y a otro y a otro, Tielmes, ostentará el récord de personas fotografiadas, al menos hasta algún día, muy, muy lejano. Entre tanto, he conocido a personas estupendas y me han contado, sea así o no, que los niños Justo y Pastor, patrones del pueblo, fueron ajusticiados en Alcalá de Henares, siendo residentes es las cuevas de la foto. De allí los sacaron los romanos por ser cristianos, se los llevaron y les rebanaron el pescuezo. Por ello, por vivir en uno y morir en el otro, uno y otro pueblo, de quien también son patronos, se llevan a matar.
Jejejeje. Tengo algo que contar, muy sabrosón, que me ha ocurrido, pero que no pienso cortar ni a Sirios ni a Troyanos, jajajaja. Y no insistáis. Finalmente, tras comerme un bocadillo de carne, pagado a medias, entre el dueño y yo, he estado trabajando en una de  sus mesas, que muy amablemente me ha cedido, incluida la línea de Internet que, cogida de unos teléfonos móviles, de 2 personas, me ha permitido cargar todo.
Y decidí salir para Cuenca. Voy rectificando un poco mi rumbo, pero más adelante deberé decidir si, por los Montes Universales y dando un rodeo, por carreteras pequeñas y preciosas, o más directo, por Tarancón, un poco más a delante. Y he llegado a un punto en el que la hora me aconsejaba una parada para comprar la cena y el desayuno. Carabaña, fuera de mi ruta, me quedaba cerca, asi que me acerqué a comprar y hacer un par de fotos de personas, además de ver unos olivos, milenarios, que han salvado de la quema.









Olivos de Estremera, salvados de la quema





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