El camino desde los Bufones bufadores a Ribadesella fue sin cámara de fotos por agotamiento de las baterías y, por tanto, sin paradas. Como estaba cerca, llegué pronto y fuí en busca de mi viejo amigo (en el tiempo de conocernos), Coti, que regenta el Restaurante "El Repollu" en segunda generación.
Lo encontré, me alimentó, jajaja, y me invitó a su casa. Mi estómago recomienda mucho, a otros congéneres, pasarse a tomar una fabada o sopa de pescado y el arroz con leche, como mínimo.
Hasta que él terminara de trabajar, me recomendó acercarme a ver la Cuevona, en Cuevas. Me insistió tanto que, a pesar de la lluvia, lo hice y mis ojos, experimentados, dicen que todo aquel que tenga la posibilidad de acercarse, no puede dejar de hacerlo. Una experiencia extrasensorial, incluso.
La Cuevona, de una longitud aproximada de 300 metros, es natural, y comunica con el pueblo Cuevas a coches y personas. Es auténticamente espectácular. Tiene estalactitas y todo, pero su tamaño y altura y que sea abierta por ambos extremos, sobrecoge. Para verla obligado.
Y, de vuelta, asistí a la procesión de la Virgen de Guía, patrona del pueblo.
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| Paisaje desde Cuevas |
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| Gilberto, el poeta de Mieres |
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| Con Gilberto y Jose, Especialista. |
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| Con mi amigo Coti y amigas |
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| Camiseta de la familia Marley, que estuvieron aquí |
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