domingo, 10 de junio de 2012

Donosti (Igeldo)-Zumaia. Vuelta a España en bicicleta.

Amaneció muy nuboso y así ha estado todo el día, así y lloviendo, claro. Tenía cita para las 13:15 con Pedro Subijana y, por tanto, pensaba aprovechar para ordenar las cosas, intentar algún avance en la página web y secar el doble techo de la tienda, para evitar que los hongos, que ya tengo, vayan a más. He dormido en el área recreativa de Luzarbe, en Igeldo y a tienda ha amanecido empapada por dentro y, luego, mojada por fuera, jajaja. Con tiempo, recogí y sequé a conciencia el techo y partí para estar el primero en el restaurante Akelaré.
Lo que me quedó de la cita con Pedro Subijana, es la sensación de haber estado con una persona cercana, amable, cordial en grado sumo y que disfruta con su oficio tanto como yo con el mío, en este momento. Es decir, muchísimo. La sonrisa en su cara, la chispa de brillo en sus ojos, el conocimiento que, sencillamente, destila... me pudieron y, a pesar de la cercanía que su actitud desprende, me sentí cohibido por mi mismo y por el tiempo que, sin que él jamás dijera palabra alguna en ese sentido, ni hubiera nada que demostrara que así era, me perdieron. Tanto, que hasta olvidé hacer la foto de primer plano, jajaja. Soy un caso, oh sole mio!. 

Pero, al menos, pude hablar con él un rato y preguntarle cosas que a mí me interesaban y que, más a delante, os contaré.

Y alcamino, que ya era tarde y .no me  había movido, bueno sí, pero para detrás. Aún quedaba un poco de subida y el resto, hasta Orio, una preciosa bajada. En Orio, un triatlon tenía al pueblo patas arriba, jajaja. Di una vuelta por este pueblo y comí en él. Me enteré que, en 1.901, los arrantzales oriotarras  pescaron la última ballena vasca, también llamada franca, del Cantábrico. Fue avistada cerca de la playa y cinco traineras salieron en su búsqueda. Tras cazarla, volvieron con ella al pueblo, donde fue vendida. Ese fue el último ejemplar de esa raza que se vió.
Aquí, en Orio, conozco a un grupo de Tolosa. Ellos han venido en bicicleta. Ellas, con la furgoneta que, más tarde, llevara a todos de vuelta. Charlamos entre risas, mientras me bebo una cerveza invitado por ellos. Me cuentan que en Zumaia, en la Ermita de San Telmo, puedo dormir bajo un porche y que, al despertasr, quedaré impresionado.
Orio tiene una gran tradición trainero y, sus habitantes, me lo hacen saber. También veo a unos bueyes arrastrando un trineo de madera, cargado de piedras y personas. Está entrenando, me dicen, para una próxima competición. El tiempo está muy revuelto y comienza a llover. Entre los deportistas y, con la carretera cortada, salgo hacia Zarautz, en mi ruta hacia Santiago. Hago la subida picado con los bicicleteros, jajaja, que me dejan atrás irremisiblemente. Y cuando llego a Zarautz, la gente me saluda y vitorea, como a ellos. Está lloviendo y lo siento por ellos. Competir en esas condiciones, debe ser muy desagradable. 
Sello la credencial y salgo, vestido para agua, camino de Zumaia. La carretera es muy bonita, aunque el cielo está muy cerrado. Ahora llueve fuerte. Enciendo el piloto trasero y pedaleo tranquilo, mientras me cae una cortina de agua fabulosa. Voy llegando a Getaria. Es bastante tarde y está muy oscuro, por la lluvia. Paso de largo, camino de Zumaia y San Telmo.
Cuando llego, ha dejado de llover y me detengo para ver los arbolazos del Museo Zuloaga y un caserío, justo enfrente, precioso, con unos azulejos, con una imagen religiosa, bellísimos. Pregunto por la Ermita. Cuando voy subiendo, paro a saludar a San Telmo, una imagen, pequeña, que hay en la calle de su nombre. Mientras lo hago, un hombre, de la Sociedad Gastronómica Itsas-Gain, me invita a pasar a cenar. En el interior, todos se desviven para que me sienta bien. No se puede ser más generoso. Ceno opíparamente, en plato y caliente. Hasta un helado me dan. Aquí, los socios, cocinan ellos. Maravillas. Y comparten recetas. Y amistades.
Con la tripa caliente, subo a la Ermita. Las vistas, aún de noche, para no olvidar. Pero estoy agotado de tantas emociones y quiero descansar. Mañana más. 
Las fotos, como ya viene siendo habitual, cuando tenga internet en condiciones. Y la batería a punto de morir.


Rocinante junto a una manada de caballos, jajaja

Pedro Subijana, con Felix Echave, jefe cocina.

Mientras los bebés duermen, las mamás vigilan

Viñedo de Txacoli

Vista desde mi dormida en Igeldo, hacia el interior.


Orio
Orio


Orio. Entrenamiento de arrastre por animales


Orio

Orio

Orio. Con dos amigos.

Grupo de ciclistas malísimos que me recomendaron el mejor sitio para dormir en Zumaia y calmaron mi sed, jajaja. Gracias por tan buena compañía. Pasamos un rato genial.

Orio, visto desde arriba, de la carretera

Zarauz, final de la triatlón. Rocinante, también quería participar, pero yo no, jajaja.


Zarauz

Zarauz

Zumaia. Museo Zuloaga


Bonito azulejo en caserío.

Caserio de Zumaia

Arboles del museo

San Telmo, en su propia calle

Los Flysch de Zumaia



Saliendo de Orio. Casi le adelanto por el interior, jajaja.

Yo llegué primero. De verdad!




En la sociedad gastronómica Itsas Gain, con mis amabilísimos anfitriones, que me trataron a cuerpo de rey. Muchísimas gracias. Lo recordaré siempre.

Vaya pescadito. Para morirse del gusto.


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