Me han dado el impreso a rellenar (una instancia para el Alcade), he pegado dos pólizas y he puesto una foto, como me han indicado. Y ahora, a esperar. Aunque hay pocas plazas y mucha demanda, con esto del paro, dicen.
Salí de Markina, haciendo una rápida visita a Manu (el mejor bicicletero y persona de la zona), camino de Bolibar, pueblecito majo donde vivió un 5º abuelo de Simón Bolivar. Sobre estos datos, estoy un poco nebuloso. Quería haber preguntado y charlado con la directora del museo bolívar, pero no ha podido o querido atenderme.
Desde ahí, subí a la antígua Colegiata de Santa María de Zarranuza. Esta Colegiata está regida por un abad y es la única abadía medieval de Bizkaia. Cuenta la leyenda que el 15 de agosto del 965 mientras asistían a misa, en la ermita de Gerrikaitz, un águila bajó en picado, cogió una calavera de una de las sepulturas y, ante los ojos de todos, la dejó caer en una zona espesa del bosque. Ahí se construyo la Colegiata y en su escudo de armas, aparece el águila con su calavera. Y aquí, en la Colegiata, me dejé la gorra olvidada. Cáchis!.
De la colegiata, iba a Munitibar. Pregunté a uno de los frailes. Me dijo que había dos opciones. Una senda del campo y la carretera, lo que significaba bajar lo que había subido y subir de nuevo al alto de Gontzagarigana.
La senda, me dijo, tiene un repecho difícil al principio, pero después, llano como la palma de la mano. Decidí tomar la senda (de los peregrinos a pie). El suelo estaba embarrado y resbaladizo por la lluvias y el primer tramo, como me dijo, lo hube de hacer empujando, como un jabato a Rocinante y su pesada carga. Sudé de lo lindo y dudé de si hacía bien internándome por ahí. Pero lo superé, jajaja. Lo mejor de todo fue que ese era el tramo fácil. A partir de ahí, una locura. Subidas y bajadas resbaladizas, curvas imposibles, raíces y lodazales. En uno, naufragamos. Las rampas y el terreno, hicieron que el 80% del tiempo tuviera que empujar los cerca de 50 kilos, con mis resbaladizas sandalias, de Rocinante. De risa, jajaja.
Llegué al final, claro y, por suerte, había un caserío, donde me permitieron lavar a Rocinante y quitarle los barros. Bajé a Munitibar y, en lugar de coger para Gernika, cogí para Lekeitio. Cuando me dí cuenta, quería llorar, jajaja. Volví y, para animarme, me metí a por un menú en una sidrería que hay en el cruce de ambas carreteras, en Munitibar.
De primero, caliente y estupenda sopa de ajo, a placer, en la cantidad (sírvase usted mismo). De intermedio, brutal plato de paella de pollo con mejillones. De segundo filete con patas. De postre, arroz con leche.
Feliz, salí camino de Gernika y su árbol. Y todo es verde a tu alrededor. Por eso he tomado la decisión de ser vaca, porque quiero vivir aquí, en sus campos, rodeado de los bosques, de sus olores a tierra y plantas, a eucalipto...
llegué a Gernika. Ya había estado, hace mucho, pero mis recuerdos para nada coincidieron con la realidad. Ya eran inventados. Pasee, ví al flacucho árbol (en mi mente, era un gigantesco roble), hice algo de compra y a dormir. En la Ermita de Lumo, a resguardo de sus techos y paredes.
Al subir a ella, me pasó un chaval corriendo a pie. Con muy buen ritmo. Un coche, con amigos, le iba tomando fotos con el teléfono.
Cuando llegué arriba, el pobre estaba todo desmadejado, echándolo todo y echo polvo. Luego estuvo un rato tumbado en el asfalto, cuidado por sus colegas. Pobre. Pero hizo una hazaña. Subir, con mucho ritmo ese cuestón. Para quitarse el sombrero ante él!. Felicidades!.
Las fotos, qué queréis que os diga... pues cuando pueda... pero las hay guapas
Venga campeón, que peor fue la lucha con los gigantes, y aun sigues en pie.... Animoooooo!!!!
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