martes, 29 de mayo de 2012

Huesca-Sarsamarcuello. Vuelta a España. asismosen2012. 56 km.




Fuerte día en todos los aspectos, porque la salida de Huesca ha sido, como siempre que parto para una nueva etapa, después de haber conocido a tan buena gente, pelín melancólica. He conocido a un buen número de personas que me han acogido como uno más de ellos y eso, deja huella. Puyuelo, todas las gracias que te de, como a todos los que me han ayudado, son pocas. Me he sentido como en casa. Graciasssss, a tí y a todos tus amigos-as y lo que habéis hecho por mí.. 
Pero, a demás de ello, el camino llama y le tengo que hacer caso. Así que, a las 7, arriba y a preparar el equipaje. Había quedado con Televisión de Aragón, para hacer una entrevista sobre mi proyecto. A las 9,30 estaba en el comienzo del Camino de Santiago que va a Pamplona. Al poco de salir, en  La Alberca de Cortés, acabada de construir en el 1.501 y encargada por la máxima autoridad Sanjuanista, el Castellán de Amposta, me encontré con un aula de pequeños ciclistas que iban de excursión. Los monitores hicieron que me pusiera rojo cuando me presento a todos los chiquillos, como un ejemplo bonito. Y aún más me puse cuando al irme, irrumpieron en un aplauso. 
Con mis emociones por todo lo alto noté, desde el primer momento, que iba flojo de fuerzas, jajaja. Pero tenía que llegar a Esquedas para reunirme con los profesionales de la tele. Disponía de una exacta información de mi ruta a través de mi anfitrión, además del gps, el teléfono, la gorra y la brújula. Pues me perdí, jajaja.
Desambulé por preciosos campos a través de solitarios caminos, algunos entre carrascas umbrosas. Hoy el sol pegaba. Los nervios de la cita, pues ya me estaban esperando en el pueblo, me agobiaban e intentaba, vanamente, dar con el dichoso pueblo. Pero no había nadie a quien preguntar. Por fortuna, llegué a una carreterilla y, a lo lejos, muy  lo lejos, lo que parecía ser un ser humano, más bien una mínima mota. Pero la mota se fue haciendo grande hasta convertirse en un ciclista que me dijo que 15 km, para llegar, no me los quitaba nadie. Y sin cobertura para avisar de mi retraso.
Finalmente, llegué a un cruce y una señal indicaba que a 6 km estaba Bolea. Hurra!!!. Estaba dentro de mi ruta y era el siguiente a Esquedas. El valle se abrió y con ello la cobertura. Les pedí, por favor, que si podían acercarse a Bolea. Y allí me estaban esperando cuando llegué. El camino, no obstante, precioso.
Laura, la periodista y el cámara, me ayudaron y me lo pusieron fácil con su buen hacer y amabilidad y, no lo he visto, pero seguro que, gracias a ellos, está bonito. Ya que estaba en Bolea y que allí había sido el evento, paré a hacer unas entrevistas y a comer, porque a lo tonto, se habían hecho las 14,30. 
Cuando salí del pueblo, por una pequeña carretera, camino de Ayerbe, me costaba trabajo avanzar. Era lo que llaman un falso llano, que te machaca, pues no sé porqué, no encuentras el desarrollo adecuado. Llevaba unos 20 km y, hoy, necesitaba hacer más. Como pude, recorrí esa bonita y dura carretera, hasta que, a lo lejos, vi el Castillo de Loarre. Y empecé a derretirme por dentro. Su enclave es una pasada. Decidí no ir porque estaba en un alto y me llevaría demasiado tiempo. Conforme avanzaba, más me llamaba. Embrujado por él, llegué al cruce de su carretera. 4 km, decía que había. Sopesé y sopesé y, hoy no tiré la moneda, como el otro día, cuando dudaba de ir a Pirineos o no (salió que no, de verdad jajaja). Me quedé parado en la cuneta bebiendo agua. Mientras esto hacía, Rocinante se puso en marcha y enfiló la subida al castillo. Yo no pude hacer nada. Ni siquiera luchar contra el calor que poco a poco, y mientras escalaba, me fustigaba sin piedad (eran las 16 y pico). La subida era dura y me fulminó. A mitas de camino no podía con mi alma, ni mi estómago. Me detuve a unos 10m. de un recodo. Y los tuve que subir empujando porque no daba más de sí. 
Busqué un prado para Rocinante, a la sombra, y enfilé, monte arriba y a pie, el asalto al castillo. Cuanto más subía, por ahí, más me gustaba. Con las piernas un poco sangrantes, gracias a las plantas serranas que no sé cómo se llaman, me introduje en la fortificación subiendo por la loma, al revés del resto de visitantes. Y, sin más, me metí dentro. 
Cuando me disponía a irme, y dado su tamaño, no encontré la puerta de salida. No había un alma. Empecé a ponerme nervioso, jajaja. Y me vi encerrado allí hasta el día siguiente, que volvieran. Valoré dormir entre todos esos muros y casi me meo del susto, jajaja. Pero no había manera de salir. Empecé a dar gritos, que resonaban con gran eco, para ver si alguien me oía y contestaban, pero nada. Subí a unas ventanas y, a lo lejos, había un grupo de personas. A voz en grito, llamé y pedí que me sacaran de allí. Una mujer, me indicó que ahora venía a por mí. Y, milagrosamente, salí de allí por donde había entrado. 
Más contento que unas pascuas, descendí en busca de Rocinante, que no se había movido de su sitio. Y nos tiramos por la cuesta a lo loco, poniendo los discos al rojo. No llevaba ni gota de comida. Cuando llegué a Bolea, me abrieron la tienda para que comprara y me indicaron que, aquí, en Sarsamarcuello, había un albergue de peregrinos, en el que ya estoy, después de haber hecho unas risas en el bar de Antonio y bebido unos botellines, invitado por la parroquia, que me habían visto en la tele. 
Además, Antonio, tuvo la gran deferencia, para conmigo, de ir a buscar a Bolea la matrícula "asi somos", que me había dejado olvidada cuando hice la compra. Muchas gracias.
Y, aún más. En éste pueblo, la gente tiene una sonrisa en la cara, que deslumbra. Sólo por esto, y aún tiene muchas más cosas que ver, vale la pena venir.

























1 comentario:

  1. Ah! inmenso malandrin!!! queriendo emular al insigne Quijote, te ves casi preso de tu propia insensatez... jajajjaa...

    Jo, que precioso recuerdo el de los niños...

    Bravo caballero andante, bravo!!!!

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